viernes, 9 de octubre de 2009

interesante..

Opinión



Los Boys Scouts

Por Omar López Mato

El coronel Baden Powell del ejército británico, volvió a Londres después de años de ausencia. A lo largo de ese tiempo había peleado en Sudáfrica, Kenia y la guerra angloboer.

Al recorrer las calles de la ciudad descubrió que cada vez había más pobres, más enfermos y los jóvenes se habían acostumbrado a vivir en ambientes insalubres, los pulmones destruidos por el humo de la ciudad y por el cigarrillo, cuyo uso se extendía por esa tendencia malsana a identificarlo como un alarde de virilidad. La tuberculosis minaba la salud de todos estos miserables. Un pueblo así solo estaba destinado a la decadencia.
Todo era tan distinto a su infancia, a su vida, a la de los pueblos que había conocido en su ir y venir. Algo debía hacerse… fue entonces que se le ocurrió conformar a los Boys Scouts, para alejar a los jóvenes de la ciudad y de sus vicios, y ayudarlos a convertirse en ciudadanos sanos y útiles para la sociedad.
Cuando al principio del siglo XX las autoridades argentinas crearon el servicio militar, no tenían la misma idea que Baden Powell. El país enfrentaba una hipótesis de conflicto con Chile. El enganche de los paisanos estaba mal visto, después de las denuncias de excesos revelados por toda nuestra literatura gauchesca. Los países europeos recurrían al servicio militar para tener a millones de reservistas y el general Ricchieri implantó en el país la idea con éxito… bueno, en realidad no supimos si acá funcionaría este sistema hasta los luctuosos días de Malvinas.
Más allá de sus resultados bélicos en nuestro medio, el servicio militar le permitía a miles de jóvenes de condición humilde un examen médico para descartar graves patologías infecciosas y congénitas, les otorgaba información higiénica y cierta formación técnica –no solo militar sino de actividades manuales- como pintar de blanco todo lo que estuviese quieto y hacer la venia a todo lo que caminase...
Recuerdo claramente como los peones de campo esperaban el tiempo de servicio como un período inicíatico. Después les era más fácil conseguir empleo. Volvían al pago “hechos hombres”.
Como toda institución humana se prestó a excesos, más cuando se ponía en juego una mal entendida virilidad. Los conscriptos se volvieron los sirvientes de los militares de carrera y el caso Carrasco desnudó un empecinamiento que llegó a ser asesino.
En su momento aplaudí el final de ese período, que para cierto grupo socio económico parecía un estorbo.
Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces y conocí otras culturas, especialmente la suiza. Allí los hombres y mujeres tienen períodos de servicio, hasta bien entrados los 40 años. A lo largo de ese tiempo los ciudadanos deben dejar por unos días su actividad habitual para cumplir con la patria.
Un amigo suizo me decía, que este servicio no solo tiene un valor estratégico, sino que en él se basa la verdadera democracia suiza… si, porque en el caso de este ingeniero de una empresa de biotecnología, él es cabo especialista en camiones y su teniente –su superior- es un subalterno que hace tareas de limpieza en la empresa donde trabaja. Es más, su secretaria ¡es coronela! Todos se respetan por igual porque no saben cuando los papeles se invierten.
Argentina cuenta con un millón de jóvenes (o más) que no estudian ni trabajan. La mayor parte, unos 800.000, no terminaron el colegio, y muchísimos de ellos, algo así de 200.000, son analfabetos o analfabetos funcionales. Con el aumento de los niveles de pobreza, estos guarismos van aumentando. Para ellos la delincuencia es una opción válida y la droga una vía de escape. La marginalidad se torna una forma de vida.

Este no es solo un problema nacional, aunque aquí las condiciones socioeconómicas lo agraven. En USA saben que muchos de sus jóvenes tienen por delante un futuro incierto y están trabajando para revertirlo. El desempleo será el drama del siglo XXI. Ni el hambre, ni la sed, ni siquiera la guerra. El desempleo será la madre de todos los males.
Nosotros no podemos hacernos los distraídos, debemos actuar ahora y una forma de hacerlo, además de crear trabajo e ingresos dignos para estos jóvenes, es un nuevo servicio, que algunos se resistirán a llamarlo militar, pero que puede llamárse Servicio Civil o Servicio Asistencial, donde se le haga a los jóvenes de 18 a 21 años, examen médico, se le impartan clases de higiene, prevención de venéreas, información sobre el uso de drogas, explicarles su peligro. Darle un alcance mixto, para orientar la natalidad de las jóvenes. Además se puede otorgar educación elemental para aquellos que no la han tenido. Enseñanza de oficios: carpintería, mecánica, pintura, conducción, computación elemental, primeros auxilios, etc., etc., etc.
Se pueden formar grupos que podrían asistir en zonas de catástrofe, asistencia para construir o remodelar pueblos en zonas de frontera o de difícil acceso, etc., etc., etc.
Como todo sistema, probablemente se preste a excesos, pero cada fin de semana sabemos de muertos a las puertas de los boliches. Por un conscripto muerto se suspendió el servicio militar. ¿Cuántos pibes murieron por alcohol, por las drogas o las peleas en los boliches? Muchos… algo debe cambiar.
Para albergar a estos jóvenes en su instrucción, se pueden aprovechar las enormes dependencias vacías que han quedado libres en los cuarteles. Hasta se podría reiniciar las condiciones de tiro, aunque entiendo que no estamos como los suizos que se llevan el fusil a la casa…
El ejército argentino tiene una capacidad de fuego de una hora, después se tiran los fusiles y se pelea con los puños o se alzan las manos.

Este gobierno pensó que no habría más conflictos a diferencia de nuestros vecinos, Brasil y Chile, y nuestro socio latinoamericano, Venezuela, que se han armado hasta los dientes. Somos un país indefenso ¿eso es bueno o es malo? El futuro dirá, sin embargo ninguna nación ha reducido sus fuerzas armadas al grado de invalidez del que sufrimos.
Pero no era este el tema, sino aportar una idea para reinsertar en la sociedad a un enorme grupo de jóvenes que no tienen futuro, ni oficio, ni motivaciones.
No creo que se los pueda reintroducir a un esquema rígido, a una forma de subordinación, (al menos no al principio), pero de no intentar salvar a este grupo desvirtuado, de no mostrarles que no todo es permisividad y autoindulgencias, solo estamos creando un enorme problema para el país y especialmente para este millón de jóvenes que la sociedad parece haber descartado.



omarlopezmato@ gmail.com
Gentileza de www.olmoediciones. com para NOTIAR



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